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marzo 29, 2024

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La historia de éxito de Scott Norwood

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Por Carlos Esparza
En enero de 1991 se llevó a cabo la edición 25 del Super Bowl, el evento deportivo más importante de Estados Unidos y uno de los programas con mayor audiencia a nivel nacional e internacional. Se enfrentaron los Bills de Búfalo ante los Gigantes de Nueva York, un partido emocionante que se definió dramáticamente en la última jugada.
   Búfalo perdía por un solo punto. A ocho segundos de finalizar el partido, la ofensiva comandada por Jim Kelly hacía un descomunal esfuerzo por acercar el ovoide lo suficiente para que su pateador, Scott Norwood, realizara un gol de campo de 47 yardas, lo que otorgaría 3 puntos, suficientes para alcanzar la victoria. Era un intento complicado pero alcanzable para un jugador profesional.
   Por un instante las miradas de millones de personas se centraron en un solo jugador, sobre sus hombros estaba la enorme ilusión de una afición deseosa de conseguir su primer título en la historia, solo tenía que patear de manera correcta para que se rindiera a sus pies una ciudad que no ganaba un campeonato deportivo importante desde 1965. Sin embargo, falló. En cuestión de segundos el sueño se esfumó para los Bills y en ese momento los aficionados lo odiaron.
   Después del partido fueron bien recibidos en Búfalo por más de 25 mil fanáticos, pocos le reprocharon la falla y sus compañeros jamás lo culparon por la dolorosa derrota. Pero los directivos del equipo lo despidieron la siguiente temporada. Norwood era un jugador efectivo regularmente, pero el estigma del gol de campo errado lo perseguía. Ninguno de los 31 equipos restantes se interesaron por él y a sus 31 años se retiró de manera forzosa del futbol americano profesional, confirmando lo dicho por el periodista Karl Taro Greenfeld: “En Estados Unidos muéstrate como campeón y te amarán para siempre. No importa cómo te comportes fuera del terreno de juego, si consumes droga o eres abusador conyugal; pero falla en el campo y jamás te lo perdonaran”.
   Scott se fue junto con su joven esposa al pequeño poblado Fairfax, Virginia, a empezar de cero. No concedió entrevistas a ningún medio de comunicación, olvidándose por completo del futbol profesional. Inició un negocio de venta de seguros y bienes raíces, dándose cuenta inmediatamente de lo difícil que es conseguir un cliente potencial. Además, en la mente de muchos aún estaba fresco el recuerdo de su error, siendo más complicado captar clientela pues la gente que estaba interesada en una casa nunca imaginaban que el vendedor sería el pateador que perdió el Super Bowl. Sin embargo, paulatinamente y con perseverancia, Scott alcanzó el éxito. Tres hijos llegaron a su hogar, consolidando su familia; y aunque más tarde enfrentó la dolorosa muerte de su padre ocurrida en un accidente automovilístico, el ex jugador ya había aprendió a mirar siempre hacia adelante.
   Todos hemos fallado en algún momento importante de nuestras vidas, en lo laboral o personal, al igual que Scott. Muchos han pateado mal y al no haber conseguido el ansiado gol creen que todo terminó, sin embargo no es así. Norwood es un claro ejemplo: el fracaso no lo paralizó ni se quedó tendido en el estadio maldiciendo a la suerte y culpando a su pierna. Tampoco fue a llorar eternamente a casa, no se dirigió con los dueños de los equipos rogando por otra oportunidad. Abandonó el futbol pero continuó pateando una y otra vez, tratando de conseguir goles importantes en su vida y con tenacidad lo logró. El recuerdo de aquel gol fallado lo perseguirá toda la vida, pero seguramente esa cicatriz imborrable ya no hace daño, al contrario, le enseñó que nadie está exento de fallar: es parte del juego de la vida.

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