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marzo 29, 2024

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María Rosa Ortiz

Por

Por Fernando González
Cuando sus padres, José F. Ortiz y María Sada Paz se encontraban en Piedras Negras porque él supervisaba la construcción de una presa, sobrevino el nacimiento de María Rosa, el 29 de marzo de 1915. De este matrimonio, muy querido y respetado en La Laguna, vinieron después Susana, Lucía, Magdalena, Leonor, Laura y José Manuel Ortiz Sada. Rosa María, la mayor de los hermanos, hizo sus estudios de primaria y secundaria en Monterrey en casa de una educadora, ya que las luchas revolucionarias mantenían cerradas las escuelas. Luego estudió high school en el Loretto Hights College de Denver, Colorado, al término llegó a radicar con sus padres ya establecidos en Torreón.
     Aquí conoce a Ernesto Bredee de la Garza, originario de Torreón, agricultor que trabajaba con don Hilario Esparza; de padre alemán y madre mexicana, casan el día 25 de abril de 1936, en la Iglesia de Guadalupe. Van a Alemania y los sorprende allá la Segunda Guerra Mundial, pudiendo salir como refugiados a España y de ahí retronar a La Laguna. Ernesto tuvo la intención de alistarse en la Luttwaffe, pero su padre se lo impidió. De su matrimonio, nacieron sus hijos María Rosa, Ernesto, Beatriz, Gustavo, Roberto (+), Linda (+), Fernando y José Francisco.
     Además de la agricultura, su padre Ernesto era también ganadero. Con su socio Hilario, adquieren lo que es ahora San Isidro y luego Santa Teresa en Durango, lugar donde establece su rancho agrícola y ganadero.
Mientras tanto, la vida en el hogar era de lo más tranquila y habitual de la época. Las mujeres aprendían los oficios propios para formar un hogar y cuidar a los pequeños mientras que los varones cursaban estudios enfocados a terminarlos en una carrera universitaria.
     El carácter recio pero muy agradable de María Rosa le permitió cultivar incontables amistades, y con una fuerte determinación por ayudar a los necesitados, incursionó en Acción Católica con los padres jesuitas, a quienes en su vida apoyó en la fundación de muy diferentes instituciones, como la Escuela Carlos Pereyra, Casa Íñigo, Escuela del Padre Rizo, Escuela Técnica Industrial de Torreón junto con Virginia Herrera de Franco, Ciudad de los Niños con Lucía Fernández Aguirre, CIAS del padre De la Torre y Cajas Populares de Ahorro que se multiplicaron en la ciudad en apoyo de la economía de las familias. María Rosa fue cofundadora del Colegio La Luz junto con sus amigas Mercedes Perea de Collingnon, Carmen Lozano de De la Peña, Emma Woodworth de Sánchez, Paca Ugarte de González y Leonor Ayala de Lobo, siendo la Directora Luz Cervantes.
     Las Cajas Populares donaban el resultado económico del primer mes de operación a diversas instituciones benéficas, como los desayunos del padre Rodríguez Tenorio. María Rosa era incansable y participaba activa y directamente en la organización de eventos relevantes de Torreón como las dos Convenciones Nacionales Bancarias, montando espectáculos que eran muy admirados por propios y extraños. En las visitas esporádicas de algunos presidentes del país, montaban grandes revistas musicales en el Jardín de los Cipreses de Torreón Jardín. Además, preparaban alimentos para servir en esos eventos en la cochera de la casa de sus padres, trabajando ellas mismas, haciendo manteles, arreglos florales, etc. Fue activa organizadora del Baile de Blanco y Negro y eventos Rotarios, apoyada siempre por Elena Domene de González Cárdenas y otras amistades.
   María Rosa tocaba el piano a nivel concertista, siendo alumna de la señora Esperanza y luego del maestro Alejandro Vilalta. Tocaba guitarra, cantaba muy bien, buena para el baile y por su gran capacidad retentiva dominaba el mundo de los deportes, incluso el boxeo, conociendo detalles de todos. Era lectora insaciable y agradable conversadora. Cabe destacar que las partituras para piano de María Rosa fueron donadas por sus hijos al Archivo Municipal Eduardo Guerra de Torreón.
     María Rosa decía que ella quería morir de abajo hacia arriba. Así fue, pues conservó su mente clara hasta el día en que falleció, un 27 de diciembre de 2004, noticia que estremeció a la sociedad lagunera al perder una gran señora benefactora de muchas instituciones que aún prestan sus invaluables servicios en nuestra comunidad.
Fuente: María Rosa Bredee de Bremer, 
apuntes familiares y fotografía.

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