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abril 19, 2024

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Padre Luis Eduardo Villarreal

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El miedo, la indiferencia y la marginalización que viven cientos de migrantes llevaron al padre Luis Eduardo Villarreal a construir Casa Nicolás, un albergue que tan solo en 2017 recibió a 2 mil personas en situación vulnerable. Hospedaje, alimentación y asistencia médica y jurídica son tan solo algunos de los apoyos que ofrece este centro ubicado en el municipio de Guadalupe y que el sacerdote promueve para que cada migrante encuentre la manera de integrarse a la sociedad regiomontana. Además, en lo que va del año, el albergue ha recibido ya 150 personas, por lo que el párroco estima que 2018 lo terminen con un crecimiento poblacional de 25% y con un compromiso aún mayor de hacer algo por ellos en los distintos niveles de gobierno.

Hace 14 años, cuando el padre Luis Eduardo Villarreal ya se encontraba al frente de la iglesia de San Francisco Xavier, en Guadalupe, que más y más migrantes centroamericanos comenzaron a llegar a sus misas y servicios.

“Fue en 2004 que detectamos que hondureños y guatemaltecos pasaban por la ciudad, en especial por la Parroquia de Francisco Xavier, y que nos planteamos la posibilidad de hacer un albergue, una casa para todos ellos”, cuenta el sacerdote. La idea del párroco trascendió casi de inmediato, pues poco después de detectar la necesidad que había entre los migrantes centroamericanos, encontró una capilla que podía remodelar para llevar a cabo el proyecto.

“El albergue nació gracias a la reconstrucción que hicimos de la capilla de San Nicolás Tolentino, un espacio que rehabilitamos durante cuatro años para poder ponerlo en funcionamiento”, explica. Para abril de 2008, que fue cuando el sacerdote y Casa Nicolás recibieron a sus primeros huéspedes (dos migrantes guatemaltecos) la cantidad de personas que cada semana cruzaban los distintos municipios de la zona metropolitana de Monterrey se había multiplicado.

“Ese año apoyamos alrededor de 350 personas en total; y, desde entonces, cada año hemos aumentado la población del albergue de manera considerable, y ya en 2017 recibimos aproximadamente 2 mil migrantes”, detalla el párroco.

En los casi 10 años que Casa San Nicolás tiene de trabajo ininterrumpido, el sacerdote y su equipo de colaboradores han detectado que la mayoría de los migrantes son varones y que muchos se ubican en un rango de edad que va de los 19 a los 27 años de edad.

“Son gente joven, de Honduras, Guatemala y El Salvador principalmente, los que pasan por Monterrey y se quedan, porque la realidad es que los factores de expulsión para la mayoría de los migrantes son cuatro: la pobreza, la violencia, los fenómenos naturales y la reunificación familiar”, agrega.

“La política de Donald Trump, de contener la migración, por supuesto que ha endurecido la seguridad en las fronteras y generado que la migración se contraiga, pero no que desaparezca. Al final, por más que se hable de muros y deportaciones, la migración obedece a la necesidad que esta gente tiene de salir, y no solo de alcanzar el sueño americano que está en su imaginario. Por eso muchos de ellos terminan por quedarse en Monterrey, una ciudad que les ofrece cierta seguridad y pujanza para ahorrar y hacer nuevos planes”, precisa el párroco.

Entre los distintos servicios y apoyos que el padre Villareal y Casa Nicolás ofrecen a los migrantes se encuentran el de hospedaje, desayuno y cena, atención médica y psicológica, así como el de asesoría jurídica y social.

“Queremos influir en la política pública de los gobiernos municipales y estatales para que se den cuenta que es más conveniente integrar a los migrantes que contenerlos y criminalizarlos. Es mejor que el migrante se regularice, se capacite y se vuelva parte de la sociedad, porque de otra forma, el costo de tenerlo vagando o mendigando en la calle lo puede llevar a generar otro tipo de problemas, o incluso, hacerlo caer en la delincuencia”, reflexiona.

A la par el párroco extiende esta invitación a la sociedad civil, a la gente regiomontana, para que se sensibilice en torno a estos casos y encuentre la forma de ayudar.

“También queremos invitar a la gente, a la sociedad en general, a que no tenga una aversión por ellos, a que los escuche, a que los ayude, a que les haga saber que existen lugares como Casa Nicolás. La gente debe entender que estos fenómenos ya se han vivido antes, que vivimos en una sociedad pluricultural y multicultural, así que por qué no acoger todos a los extranjeros, a nuestros hermanos”, ahonda. Casa Nicolás subsiste actualmente gracias a los donativos y apoyos que reciben directamente en la Parroquia de San Francisco Xavier, de universidades públicas y privadas, así como de colegios, ya que el sacerdote considera que el tema de la migración está en la mesa y en la agenda de discusión de la gente.

Casa Nicolás en breve

  • 10 años de trabajo ininterrumpido
  • 2 mil migrantes recibió la casa en 2017
  • 150 personas han llegado al albergue en lo que va del año Guatemala y Honduras son los países de los que más gente los busca
  • 2 mil 500 personas esperan ayudar a lo largo de 2018

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