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marzo 29, 2024

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Desmitifica la planeación de tu sucesión patrimonial

Por

Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas

“No planear es planificar el fracaso”

Alan Lakein

Ir más allá de los mitos al momento de planear la sucesión del patrimonio es esencial para la empresa familiar, y aún más cuando se trata de delegar el camino que tomarán estos bienes para garantizar su prosperidad.

Orquestar el funcionamiento de un sueño y poner en marcha el proyecto de la empresa familiar es una tarea que requiere grandes capacidades de organización, gestión y disciplina. Ahora, planificar los pasos futuros de los activos en la empresa familiar no solo representa un reto inminente, sino que se trata de una pieza coyuntural para garantizar la permanencia de la empresa familiar a través de las generaciones… aún cuando el líder fundador ya no pueda hacerlo o, incluso, ya no esté presente.

Crear un patrimonio representa trabajo, esfuerzo y tiempo; esencialmente es la materialización física y mental de los proyectos del líder. Debido a su naturaleza tan variopinta, la planificación de la sucesión patrimonial está rodeada de ideas erróneas que el líder empresarial bien haría en derrocar si desea que esta sea tanto provechosa como justa. Por más arraigadas que estén, abordar estas creencias en un buen momento y con claridad podrá evitar conflictos futuros o, como dicen por ahí, “dejar problemas como única herencia”.

Desmitifica tu planeación
· La sucesión patrimonial puede postergarse.
Al contrario del llamativo título de Gabriel García Márquez, “Crónicas de una muerte anunciada”, esta -o alguna enfermedad- rara vez se anuncian con tiempo. Por ello, es necesario que el líder empresarial comience la planeación de su sucesión patrimonial ni bien la empresa familiar comience a florecer. Es mucho más sencillo realizar cambios en la planeación -si estos fuesen necesarios- que comenzar desde cero ante cualquier suceso inesperado. Además de evitar postergarla, considera también el asesoramiento con expertos en este tipo de temas.
· El testamento funge como sucesión patrimonial.
Sí: es parte de ella pero no lo es todo. Una verdadera sucesión patrimonial debe cubrir toda una gama de puntos, más allá del traspaso de bienes físicos. El testamento es un aliado para proteger y designar los bienes patrimoniales que has generado, pero es necesario también observar las distintas áreas, como lo pueden ser el régimen fiscal, los fideicomisos o la designación de un apoderado legal quien tome las decisiones difíciles en caso de que el líder no tenga las facultades para realizarlas o ya no se encuentre presente.

Vemos que la planeación patrimonial deberá tener un estudio detallado tanto de la organización de la familia dentro de la empresa, como del patrimonio que esta ha generado, buscando administrar, suceder y proteger los diversos activos para la dicha planeación.

· Tomar decisiones cruciales desde la “buena fe” o el cariño a ciertas personas.
Es necesario que el plan de sucesión nazca desde la pragmática y no desde la bondad o, en el peor de los casos, de la manipulación. Destinar ciertos bienes o las acciones de las empresas a personas o fines no adecuados podría ser irreversible, cayendo en el riesgo de no poder hacer algo al respecto y, finalmente, provocar desequilibrios económicos y emocionales, que puedan incluso acarrear la desintegración familiar o la pérdida de gran parte o total del patrimonio.

Es notorio, entonces, que la planeación patrimonial deberá tener un estudio detallado tanto de la organización de la familia dentro de la empresa, como del patrimonio que se ha generado dentro o a partir de ella. De esta manera, administrar, suceder y proteger los diversos activos podrá garantizar la efectividad de la dicha planeación y, de realizarse con inteligencia, podría incluso minimizar impuestos sobre la renta y estatales en el momento de la sucesión.

El líder empresarial debe ser capaz de seleccionar un grupo de asesores expertos que le ayuden a definir las rutas adecuadas para no solo afrontar las eventualidades previsibles, sino también las imprevistas -como los son las enfermedad súbitas o la muerte prematura- y en general las extraordinarias que no están bajo su control, y que además pueden alterar su situación económico-personal. En esencia, una correcta planificación familiar debe observar, como mínimo, los siguientes puntos:
· Organización estructural pertinente de los beneficiarios patrimoniales, tanto personales como societarios.
· Conocimiento de los objetivos ante la sucesión intergeneracional, con miras específicas en incurrir en los menores costes fiscales posibles.
· Conocimiento profundo de la situación patrimonial y objetivos concretos de la empresa.
· Analizar la pertinencia de la reestructuración de los grupos societarios familiares.

Además, es primordial la adopción de mecanismos idóneos para la administración y gestión de ese patrimonio y para la sucesión del poder empresarial. Conocer y ajustar con objetividad los protocolos de familia, los acuerdos de accionistas o los reglamentos del consejo de administración, entre otros (que podemos encontrar en códigos de mejores prácticas y principios de gobierno corporativo) es un ejercicio imprescindible para la supervivencia, el éxito y la trascendencia de las empresas.

Sobre todo, recordemos que cada familia es una historia diferente, y lo mismo aplica para sus empresas familiares. Al pasar más allá de los mitos que rodean la planificación de la sucesión, la empresa familiar puede caminar con más tranquilidad hacia el futuro de su prosperidad.

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