Cuando tenía siete años mis papás me metieron a hacer deporte porque tenía problemas de conducta, era hiperactivo y no me aguantaban en la escuela. Iba a entrar a natación pero se me hizo un poco aburrido, me gustó más la adrenalina de los clavados, al principio fue un hobbie y hoy es mi mayor pasión.
Convertirme en clavadista ha demandado dificultades para mí y para mi familia, ya que vivíamos muy lejos de donde entrenaba, su trabajo les dejaba poco tiempo para llevarme e implicaba gastos difíciles de costear, las primeras competencias en donde participé las pagamos nosotros. Por mi parte fue perseverar todo este trayecto, saber enfrentar los retos que se presentaban y los miedos de intentar distintos clavados.
Cuando estoy a punto de ejecutar un clavado pasan muchas cosas por mi mente, de lo más complicado a lo más sencillo y lo que he aprendido es que mientras menos pienses, las cosas te salen mejor, busco ejecutar lo más natural posible, repasar los movimientos sencillos y puntos clave del clavado.
Para mí estar en el podio representa la culminación del esfuerzo de tantos años. Te das cuenta que con entrega y amor las cosas pueden ser posibles, el deporte me ha inculcado el no darme por vencido y luchar por lo que quiero.
Es un orgullo ser considerado como uno de los mejores deportistas de México, yo admiraba a muchas personas, quería ser como ellos y ahora que tengo la oportunidad de ser medallista olímpico es maravilloso, es una responsabilidad muy grande porque tengo que dar una buena imagen y hacer lo mejor para que las nuevas generaciones de deportistas y mexicanos se den cuenta que se pueden hacer bien las cosas.
Lo que Iván dice de Germán:
No recuerdo quién tiraba primero en un Grand Prix individual le pregunté a Germán qué clavado iba a hacer y me respondió que tuviera cuidado porque hacía mucho aire y me podía ir de espalda, se lanza y cae de espalda, me lanzo y caigo de espalda. Fue muy chistoso.
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