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abril 18, 2024

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MARTÍN SANTAELLA

Por

Santaella ha creado Franquicias MASO en Expansión S. A. de C. V. y es propietario de Operadora WINGS Army S. A. de C. V. y así, con los títulos formales que sus logros le han otorgado, dice que uno de sus sueños es que este negocio 100% mexicano sea siempre familiar y que sus hijos y nietos puedan continuar con él. También asegura que el negocio va dejando muchas cosas buenas en el camino; que se generen empleos y la gente pueda llevar dinero a sus familias, eso es lo que él disfruta.
Los inicios 
En 2005, Santaella fue a Estados Unidos con su familia y llegaron a un restaurante-bar a pedir botana. En lo que él saludaba a un amigo volteó y vio que su hijo Martín de dos años y medio se había comido unas ocho alitas y se había manchado toda la cara de la salsa barbecue. “Esa imagen de mi hijo la tengo como una fotografía en mi cerebro y dije hay que hacer algo así”. A partir de allí, Santaella se planteó cómo presentar las alitas en México -en donde eran sinónimo de caldos o comida para el perro- y que la gente pudiera degustarlas.
   “Me gusta cocinar. Yo he hecho todas las salsas, pruebo todo”, asegura y se señala el estómago mientras ríe. Así fue que junto a su esposa y dos personas más abrieron el local de Av. Patria y comenzaron a vender alitas con salsas de su creación. “Era un local chico, de 12 metros. Yo cocinaba, iba a entregar a domicilio, volvía, barría, hacía de todo. Y resultó, teníamos más de 30% del producto que lo pedían para llevar”.
   Luego el cantante Alejandro Fernandez abrió una plaza por Av. Acueducto y Av. Patria y le ofrecieron un local pequeño de unos 60 metros porque querían que fuera gente joven al lugar y así abrieron el segundo local.
El concepto 
Que serían alitas con salsas creadas por el dueño estaba claro. Pero Santaella quería una experiencia para sus comensales y pensó en que el lugar fuera una combinación de un lugar relajado, juvenil, en donde la gente se la pasara bien, que fuera como un sport bar, un pub con cervezas de todo el mundo y también un restaurante.
   En ese momento estaban de moda los pantalones cargo o camuflados, con bolsillos amplios a los costados, entonces pensó que iba a vestir a su gente con un concepto militar. Un concepto de alitas militar, “que los chavos se sientan parte de la moda del momento”. Luego vinieron ideas como los cascos militares, lámparas y varios artículos de la armada como redes, bancas metálicas y hasta soldados. “No batallé para que los empleados usaran uniformes”.
Las franquicias 
Con la segunda sucursal comenzó a irle mejor a la primera y pronto llegaron dos personas ofreciéndole el servicio de hacer franquicia su concepto. Comenzaron a hacer la estructura, los manuales, platicaron sobre la operación del restaurante e iniciaron a vender unidades. Lo hicieron formal con contratos y un sistema.
   “Nos encontramos con franquiciatarios buenos, otros malos, unos que no sabían qué era una franquicia, de todo. Recomiendo que si alguien compra una franquicia hagan lo que se viene haciendo, porque está probado”.      Santaella comenta que antes no había tanto interés en las franquicias, y por ende no existían tantos apoyos de entidades financieras, como ahora que se ha visto que son exitosas, que hay un crecimiento y que se tiene menos riesgo en la inversión. Wing’s Army ya cuenta con el enlace de un banco, una empresa que presta dinero y una empresa que renta equipo para restaurante.
   Cuando hacemos la franquicia, el contrato dice que pueden usar la marca durante 10 años, capacitamos en la operación, en llevar la administración del negocio y del sistema. Capacitamos todo el servicio de cocina también. Al final usamos el “llave en mano”.
Las recetas 
Al empresario siempre le ha gustado cocinar y ha investigado cada receta de las salsas que prepara, sobre todo para que no caigan mal. Comenta que trata de que no irriten el estómago, ya que en muchos lugares economizan agregándoles vinagre y productos químicos para que piquen. En los restaurantes se utilizan chiles naturales y hasta mantequilla líquida en algunas salsas para que cubran mejor el estómago. “Sabemos que los restaurantes que funcionan es porque son de calidad”.
   Todos los años visita unas tres exposiciones de alimentos para ver ingredientes nuevos, ya que la competencia lo ha comenzado a copiar. De esta manera se mantiene a la vanguardia con productos nuevos. Cuenta también que el pollo es de México pero que a veces han traído producto de afuera porque no se dan abasto, ya que en ocasiones venden de 700 a 800 toneladas de alitas al mes.
   El menú también incluye cervezas de más de 18 países como Alemania, Bélgica, China, Polonia, Italia, Inglaterra, Rusia e Irlanda, entre otros. La cerveza Minerva comenzó a venderse allí cuando casi no se conocía y se vendía en otros dos puntos nada más. Santaella comenta que marcas como esta han ido creciendo con el concepto y el negocio.
   Ahora la franquicia acaba de lanzar la Army Beer, “una cerveza muy ad hoc para México, una lager con muy buen sabor y fórmula propia”. El proyecto es lanzar dos sabores más. Por ahora solo se vende en Wing´s Army y próximamente se va a encontrar en el supermercado.
La expansión 
El grupo MASO tiene otros dos negocios: una fábrica de salsas y una importadora y distribuidora de productos para los mismos restaurantes, además de la marca de cerveza. Ahora tiene planes de hacer salsas “más mexicanas”, como una salsa mole.
   Respecto a la expansión de las franquicias, Santaella dice que el escalón de México todavía lo pueden controlar y ya para la internacionalización sí cree que tiene que poner un equipo del país en donde vaya a estar la marca, un equipo que conozca el mercado y las leyes de ese país, para luego hacerlos socios. “Y repartir el pastel, que este es un pastel grande. No me lo quiero comer yo solo. También hay que apoyarse con gente que tenga ya más experiencia en restaurantes”.
La inspiración 
“Esto”, afirma con una palabra y señala con una mirada todo a su alrededor. “Este negocio. Que mucha gente pueda darle de comer a sus familias, que puedan llevar la comida a su casa. Creo que es una marca que le gusta a toda la gente y que la puede comer un niño, un adulto o una persona grande y creo que esto puede durar mucho tiempo. Quiero que sea una empresa familiar, que mis hijos y mis nietos sean parte, nunca quisiera vender. Generar cosas buenas para todo el mundo es la única manera de mantenerla viva”.
El futuro 
Ya se abrió una unidad en Panamá. Le compraron cinco unidades en ese país y faltan cuatro por abrir. Ya se habló para abrir en Bogotá, Colombia, y de ahí que exista una oficina como la de Guadalajara para operar. “Creo que Colombia es muy parecido a nuestro país también con la gente amable, sencilla, buena”, dice. Además tiene prospectos en República Dominicana, Estados Unidos, Chile y Barcelona, España.
   Hace ocho años el impulsor de toda la marca creó varios conceptos de restaurantes que abrió de a pares en Mazatlán. Uno de los conceptos era de tacos estilo Sonora, otro de mariscos con un sabor estilo Nueva Orleans, con especias africanas, también un pub europeo con un mix de comida internacional y aire ejecutivo; un concepto de comida sana y un sport pub en donde todas las sillas miran hacia una pantalla, entre otros.
   “Me funcionaron muy bien los conceptos pero hubo un tiempo de inseguridad muy malo y en Mazatlán, algo peor. Por suerte ya se solucionó toda esa parte, pero esos negocios los tuve que traspasar y parar un poquito los demás conceptos. Mi plan es que podamos tener más unidades de trabajo con conceptos que me gustaría que conocieran, todos con sabores traídos de otros lugares del mundo. Esto está listo para echarlo a volar, este es mi sueño”.
El Galardón 
La primera semana de septiembre se celebró la edición número 16 del 2017 National Buffalo Wing Festival y México fue el invitado especial. De los más de 50 restauranteros de Estados Unidos que participaban, Wing’s Army ganó el primer lugar en la categoría de mejor salsa picante. “Rompimos récord: había 200 personas, dos líneas completas de 100, desde que empezamos hasta que terminamos y salieron prospectos para comprarnos también ahí en Buffalo, Nueva York. Para mí este trofeo vale muchísimo”.
   Cuando abrió su segunda sucursal, Santaella vivía por La Estancia. Recuerda que un día, cuando iba de la segunda unidad a su casa por Av. Patria, cargaba en el carro, en el lugar del acompañante una bolsa con tickets de las ventas. El negocio ya mostraba sus frutos. “Yo venía riendo, manejando y feliz, la gente me miraba como loco. Pensaba: qué padre que esto es de alitas y de cervezas. Me di cuenta que eso iba a funcionar. Se me ponía la piel chinita de pensarlo”.

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