Preparar a los niños y jóvenes para la vida bajo un modelo que ponga en el centro al ser humano y su compromiso con su comunidad implica una formación que va más allá de la instrucción escolar. Se trata de dotarlos de experiencias en las que observen, comprendan y se involucren para transformar el mundo que les ha tocado vivir.
Quien estudia en el Instituto de Ciencias adquiere un compromiso para la vida y con los otros. Ese alumno y futuro egresado sabe que lo que aquí aprendió y lo que vivió debe ser puesto al servicio de los demás.
Es un modelo que contrasta con algunas de las corrientes educativas que hoy se presentan y que se centran en la competitividad individualista del alumno.
Cambia el mundo, sí. Y es por ello que este colegio siempre ajusta sus metodologías académicas y las experiencias en la interacción con sus alumnos para mantener sus objetivos de vanguardia. Lo que no cambia es la determinación de formar seres humanos sensibles a su entorno, creativos y participativos.
Los directivos y maestros nos explican en dónde están las raíces que han forjado un modelo educativo tan vigente y trascendente a lo largo de los años.
